Desde una de las colinas del Campo Parada Marte de manera majestuosa se aprecia paradisiaco cañón que atrae la atención de niños y adultos.
Tegucigalpa. Una tarde de domingo permitió capturar diversas imágenes de la belleza escénica que ofrece la capital, esa que ante el ajetreo del día a día a la mayoría de los capitalinos no nos da tiempo de apreciar.
A tan solo unos minutos del territorio más poblado de la ciudad gemela Comayagüela, un sendero del Campo Parada Marte fue la ruta que permitió al lente de Honduras Trascendental capturar un bello atardecer en la estancia natural.
Un majestuoso cañón que resplandecía con los rayos de sol del final del día se sumó a la experiencia de respirar aire en libertad y el beneficio de los minutos de caminata.
A lo lejos, por un estrecho camino, en la parte baja de la amplia ladera que colinda con la colonia Nueva Jerusalén que se asentado sobre el pico de la montaña, la tarde mostró una escena propia del campo, cuando hombres montados a caballo arreaban una manda de semovientes.
En el trayecto además se pudo apreciar a familias completas disfrutando de la caminata y del cielo anaranjado que pintaron los últimos rayos del astro rey antes de ocultarse por entre las montañas.
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