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María Elena Martínez: madre de fe que dignifica a sus hermanos según la promesa que Dios les otorga

Es la pastora principal del Ministerio Mi Viña y es la fundadora del Ministerio Mujer a Mujer, servicio interdenominacional que tiene presencia en más de 30 países a nivel mundial. Con un servicio pastoral de más de tres décadas.


Entre sus planes a corto plazo tiene como meta levantar una ciudad refugio para mujeres maltratadas y abusadas y un hogar para niños de y en la calle.

Tegucigalpa. Para ella no existen las fronteras cuando se trata de compartir la fe. Los desvalidos, los adictos a sustancias nocivas, los privados de libertad, los niños abandonados, los que viven en las calles son los hermanos a quienes busca abrazar y atender a la luz del Evangelio.


En esa misma prioridad están los matrimonios que enfrentan momentos críticos, sin importar la clase social, así como las mujeres que han perdido su valor ante el sufrimiento, pero que considera son pilar fundamental para restaurar los hogares hondureños y del mundo.


Es la sierva de Dios que posee el cargo de pastora principal del Ministerio Mi Viña y es la fundadora del Ministerio Mujer a Mujer, servicio interdenominacional que tiene presencia en más de 30 países a nivel mundial


María Elena Martínez Cárcamo, es la guerrera que, en medio del sufrimiento por la pérdida física de su esposo, el pastor Mario Tomás Barahona (Q.D.D.G), de la mano de Dios permanece en pie siguiendo un legado y mandato otorgado por el Señor.


Ella es, además, una mujer sabia, de oración, perseverante en la fe, y apasionada por el servicio hacia los demás desde que fungió como presidenta de uno de los capítulos del Club de Leones en San Pedro Sula, por ello, a corto plazo tiene como meta levantar una ciudad refugio para mujeres maltratadas y abusadas y un hogar para niños de y en la calle.


A nivel académico posee un doctorado en teología, lo que conlleva un compromiso con la fe cristiana, responsable con la vida, y la dignidad humana.


Restauración de la familia con sabiduría

Siendo una jovencita de 18 años se casó y se trasladó junto a su esposo hacia la ciudad industrial San Pedro Sula. Ambos muy visionarios fueron creciendo en los negocios, una tienda, una agencia de viajes les generaban los ingresos para suplir sus necesidades, sumado a lo que su cónyuge lograba desempeñándose como corredor de seguros.


Por su dinamismo llegaron a integrar como presidentes de uno de los capítulos del Club de Leones, institución a través de la cual formaron un arraigo fuerte con el servicio de ayuda a los más necesitados.


Luego de 12 años de matrimonio llegó la prueba de fuego “tuvimos algunas dificultades muy serias en nuestro matrimonio, muy difíciles, y pensamos que llegaríamos a separarnos, pero gracias a Dios el Señor llegó a tiempo y tuvimos ese encuentro con él y pudimos seguir adelante”.


En un principio solo imaginaron que seguirían al servicio de Dios y la Iglesia como miembros, “nosotros nos resistíamos al llamado”, pero había otros planes trazados para ellos y “ambos determinados por el Señor decidimos seguir creciendo y avanzando”, así de esta manera inicio un inigualable servicio hacia el rescate y restauración de los matrimonios.


“El trabajo junto con mi esposo para con los matrimonios fue la primera asignación que nos dio el Señor, no tengo el dato exacto, una cuenta exacta, sobre cuantos matrimonios Dios nos ha permitido rescatar y restaurar a nivel de todos los estratos sociales”, expresó la líder espiritual.


De aquel primer llamado surgió el Ministerio Internacional Mi Viña “yo lo describo como un semillero de instrucción de enseñanza. Nosotros tenemos un llamado al Cuerpo de Cristo, de salvar almas, nosotros ayudamos y nos involucramos con pastores de diferentes iglesias. Es una iglesia de brazos abiertos, para las personas que llegan con necesidades en todos los sentidos”.


Cosechas de fe

En las últimas tres décadas la predicadora de Dios ha sido instrumento para impulsar proyectos religiosos que han conquistado almas dentro y fuera del país como el Ministerio Mujer a Mujer con el cual ha unido a naciones de todos los continentes.


Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Nicaragua, México, Argentina, República Dominicana, Panamá, Cuba y Venezuela son parte de los territorios donde a la luz del Evangelio ha instruido a miles de mujeres de diversas iglesias y necesidades diversas, pues su ministerio es interdenominacional.


Impulsó también el Capítulo Mujeres de Influencia, que se proyecta con las privadas de libertad que se encuentran recluidas en la cárcel de Támara.


“Viajo a los pueblos, aldeas y caseríos y a otras iglesias. A diferentes países a cumplir con los compromisos que tenemos. Yo lo hago con mucho gusto, para esto nací. Es un deleite para mí, sabiendo que le estoy sirviendo a las personas”, confió.


En fecha reciente, fundó la Red de Periodistas de Fe a través de la cual ha integrado a profesionales de las comunicaciones para honrar a Dios.


Regalos del Señor

En la ciudad cívica de Honduras nació María Elena, el 11 de septiembre de 1957, fruto del amor de sus padres Francisco Martínez del Arca y Andrea Cárcamo Sevilla.


“De niña nunca me imaginé que llegaría a ser creyente, una sierva de Dios, siempre opté por tener un corazón noble, servicial, ayudar a las personas, siempre estaba dispuesta a abrirle a las personas oportunidades”, contó.


Para su padre fue la penúltima hija, ya que según contó ella su papá engendró varios hijos, pero tuvo “una infancia feliz, tranquila, buena, con muchos hermanos”.


De su descendencia nuclear son cinco hijos; Mario Alexander, Tesla Mireya, Kenia Pamela, Suelen Yanire, y Katherin Paola, a los que considera que son un regalo de Dios, pues nunca imaginé tener tantos hijos, pero considero que Dios me bendijo con los hijos que me regaló”.


Batalla de la mano de Dios

Un virus letal le arrebató en septiembre de 2021 a su “general de Dios”, el Covid-19 fue el encargado de retirar de su lado físico al hombre mas maravilloso que pudo conocer, al que era su modelo terrenal.


Y es que luego de conocer al Señor vivieron un amor santificado, sacrificado y sensible, “nosotros pensamos que habíamos nacido el uno para el otro”.


De acuerdo con la Pastora su esposo tenía unas destrezas impresionantes, y juntos hacían un dúo maravilloso que les permitía un fácil caminar, “me hace mucha falta”.


También fue un padre ejemplar, amoroso, de esos que estaba pendiente de la casa y con él heredó a sus hijos disciplina, dirección y devoción.


“Estoy tratando de seguir esa misma ruta, me estoy esforzando, creo que no puedo abandonar lo que mi esposo inició”, manifestó.


Y es que, pese a que han transcurrido unos 20 meses desde el fallecimiento de su amado compañero de vida, dijo que sigue en proceso de adaptación “en los primeros meses fue muy difícil adaptarme a caminar sin él, pero doy gracias a Dios porque me está enseñando a caminar este otro tramo de su mano”.


De igual manera, ha continuado su proceso de recuperación físico, ya que ambos fueron atacados por el mismo virus, llevándolos a permanecer en una cama de hospital, a separarse pues permanecían en centros asistenciales distintos, sin imaginar que uno de ellos no resistiría.


Las secuelas en ella, por el favor de Dios han ido desapareciendo, pero haciendo uso de los tiempos del Señor pudo enfrentarse al momento de ir a conocer por primera vez el área donde descansan los restos de su amado esposo, ya que no pudo estar en el sepelio.


“Al salir del hospital yo no sabía de su tumba, hasta mucho tiempo después pude ir a conocerla. Un proceso fuerte, pero Dios nos mantiene unidos como familia y como iglesia”.


Fuerza en la oración

Desde el despertar es para María Elena la oportunidad de encontrarse con Dios a través de la oración, sus palabras y pensamientos en un primer momento son para darle gracias al Señor por la vida, luego cubre a su familia y le pide dirección y sabiduría, “oro también por Honduras, mi país, pues sigo creyendo en una Honduras transformada”.


El cambio para su amada patria aseguró que llegará, que aún hay tiempo, “pero depende de los adultos, de papá y mamá, para direccionar a nuestros hijos, a educarlos con la moral para ser personas de bien, para que sean de provecho. Para formar a generaciones diferentes”.


Honduras Trascendental con agradecimiento publica esta entrevista de una madre, esposa, y amiga, pero sobre todo de una incansable mujer de fe ¡bendiciones!


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