En 2021, luego de haber superado la COVID-19 decidió jubilarse. Después de su retiro ha recibido múltiples y merecidos reconocimientos.
En Talanga ha destacado en diferentes sectores como; maestro de generaciones, dirigente magisterial, atleta, cooperativista, músico y compositor, y árbitro, dirigente y entrenador de fútbol.
Tegucigalpa. Pasadas las 7:00 de la noche, conectados a una plataforma electrónica que aprendimos a utilizar con el boom de la tecnología en el país, y manteniendo de fondo su máximo tesoro literario de unos 1,500 libros, iniciamos el ameno repaso de la vida del destacado profesor Jensy Nahum García Urbina.
Un hombre de fe, aunque no practica una religión específica, respetuoso, servicial, y amante de consumir una buena taza de café por la mañana, quien tras 41 años de servicio en la educación logró su jubilación para dedicarse a su rol más importante como jefe de familia.
Nació en Minas de Oro, Comayagua, pero de la mano de su profesión docente adoptó a Talanga como su casa, municipio en donde potencializó sus destrezas, algunas innatas y otras que obtuvo a través de su formación.
Cooperativista, pintor, músico, compositor, atleta, árbitro, dirigente y entrenador de fútbol son parte de las facetas más destacadas en la vida del profesor Nahum. Además de escritor de cuentos, ensayos y otros escritos. También ambientalista e investigador.
Sumado a que ha participado en Comités de Ferias, Comisión de Transparencia Municipal y del Comité de Emergencia Municipal.
En la Escuela Superior del Profesorado ahora llamada Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán obtuvo el título de maestro de educación media y luego la licenciatura en letras y lenguas con orientación en literatura.
También logró cursar un diplomado en administración de centros educativos, un diplomado en alfabetización, y un diplomado en seguros. Unos ocho años atrás formó parte del postgrado administración financiera en la Universidad de Metropolitana.
Legado educativo
En noviembre de 1980 recibió su primer diploma que lo acreditaba como profesional docente y cinco meses después, en abril de 1981, obtuvo la oportunidad de comenzar a formar las nuevas generaciones.
La Escuela José Trinidad Reyes, del municipio de El Porvenir, en Francisco Morazán, fue su centro de enseñanzas como maestro novato, con un salario de 400 lempiras mensuales.
“Ahí me mandaron, cargado de ilusiones, luego hice una licencia en el Instituto Gonzalo Barahona, después logré una permuta para la Escuela Francisco Martínez, de la colonia Buena Vista de la capital, luego regresé a El Porvenir”.
Un tiempo después y empacaba maletas para quedarse en el municipio de Talanga, en este lugar la Escuela Roberto Suazo Córdoba fue su primer centro educativo donde mostraría su potencial en el área educativa.
Años más tarde asumió el cargo de director del Centro Básico José Arturo Duarte, en donde permaneció durante 25 años. Pero, además, en su ruta educativa, ejerció labores en las aulas del Instituto Privado Talanga, Instituto Emmanuel, Instituto Ibrahim Gamero, de La Ermita y el Instituto Manuel Zelaya Rosales.
“Estuve trabajando 41 años. Empecé a trabajar cuando tenía 18 años y en septiembre de 2001 me jubilé”.
“Una de las experiencias más hermosas que tuve a nivel profesional, fue trabajar en el Centro Básico José Arturo Duarte y en el Instituto Talanga, porque eso fue innovador, pues no había en Talanga, hasta ese momento, instituciones que graduaran profesionales”.
Herencia docente
Sus padres Eulogio García (QDDG) y su mamá Thelma Urbina fueron los primeros en ejercer la docencia en su casa, su papá docente graduado y su mami comenzó como maestra empírica, aunque luego con mucho esfuerzo también logró titularse.
Por causa de la labor educativa de sus progenitores, no logró disfrutar de una niñez completa en su municipio de nacimiento, llevándole a permanecer hasta en remotas comunidades donde no existían ni carreteras.
“En aquel tiempo no había estabilidad en los puestos del magisterio. Entonces los enviaban de un lugar a otro, cada seis meses o cada año. Entonces vivimos en varias partes”.
Cantarranas, San Juancito, Alianza-Valle, Marcala-La Paz, La Paz-La Paz, Esquías-Comayagua, y las aldeas Florida, Valle de Ángeles, y El Paraíso, que se ubican en la frontera con El Salvador fueron parte de los lugares donde pasó su niñez el Profesor Nahum.
Este movimiento constante de migración por situación de trabajo de sus papás le permitió tener un aprendizaje mas amplio, pues en cada lugar se encontraba con nuevas costumbres, diferentes concepciones de la vida y una mayor relación con otras personas.
“No vivimos siempre en una casa propia, sino que vivimos alquilando o en casas prestadas”.
La violencia le arrebató a su papá
Tenía siete años cuando a su vida llegó el dolor irreparable de perder a uno de los seres que le dio la vida. Un momento que, aunque no magnificó cuando sucedió, con el transcurrir de los años le marcaría como lo más duro que ha podido enfrentar, ya que la vida de su papá fue arrebata de manera violencia.
Aquel hecho dejaba a su mamá, con el desafío de criar a siete niños como madre soltera, en el caso de él siendo el segundo retoño de casa, el mayor de los dos varones.
“Sufrimos bastante, pero nos permitió fortalecer otras cosas. Ya solo quedamos cinco, pues dos ya murieron, dos de mis hermanas”.
Estudio y trabajo para salir adelante
Tras la partida física de su padre se desencadenaron diversas crisis económicas obligándole a trabajar a partir de los 10 años “me tuve que ir a cortar café, al salir de la escuela, para comprarme mis pertenencias”.
También como parte del escaso acceso a la educación, que imperaba en las comunidades rurales del país, le tocó recorrer largas distancias para asistir a la escuela como sucedió cuando llegó el momento de cursar el sexto grado, pues fue matriculado en la Escuela Lempira, en Florida, La Paz, misma que se encontraba a una distancia de unos 10 kilómetros.
“Me tocaba caminar más de una hora todos los días, en ese tiempo la jornada era de 7:30 a 11:00 de la mañana y de 2:00 a 4:30 de la tarde y al completar ambos horarios emprendía mi regreso para la aldea”.
Luego con una promesa de que recibiría una beca, la cual nunca le fue otorgada, fue inscrito en el Instituto Evangélico, de Minas de Oro, un centro educativo privado, en el cual tendría dificultades para cancelar las mensualidades.
“En una ocasión me retiré de clases porque debía varias mensualidades y como mi mamá se encontraba lejos, en la frontera de El Salvador donde trabajaba me tocó enviarle una carta que le llegó como a los seis días. Mi mamá con dificultad pidió dinero prestado y se vino a pagar parte de la deuda y prometer que luego entregaría el resto”.
Al volver a clases una de las rectoras del colegio que era norteamericana, la señorita Vivian me ofreció darme empleo de barrer y trapear los sanitarios y las aulas de clase, con una remuneración de 20 lempiras al mes, propuesta que aceptó sin parpadear, pese a que llevaba como condicionante que del monto de pago le quitarían el 50 por ciento para pagar las mensualidades.
“En esos días de pago era la única vez en el mes que yo me podía tomar un refresco”.
Portero de cine y vigilante de dos escuelas
Pese a las limitaciones económicas nunca desistió de su meta de llegar a ser un profesional y aunque nunca estaba asegurado completar el año lectivo, ante la limitada disposición de dinero, viajó a Tegucigalpa para formarse en la Escuela Normal Mixta Pedro Nufio.
Estando en este centro educativo se vio obligado a salirse en dos ocasiones porque no tenía para comprar los materiales académicos, aunque hacia malabares económicos hasta pidiendo prestado.
Por su situación, en una ocasión, uno de sus amigos de juventud que era taquillero en un cine del centro histórico capitalino “me dice: -está fregado verdad del bolsillo. Mi respuesta fue -sí hombre y su respuesta fue de que iban a despedir al portero y que podría recomendarme y así sucedió me contrataron con un salario de 25 lempiras al mes”.
Aunado al salario podría volverse un espectador más de las películas que proyectaran sin costo alguno, en este importante servicio en los cines Clamer y Variedades estuvo por tres meses, pues luego vino el fin del año escolar y se volvió a Minas de Oro para enlistarse como obrero en la corta de café.
En la capital además laboró como vigilante en la República de Panamá en el barrio Buenos Aires y la Escuela 21 de Octubre, en la colonia homónima.
Su lugar de residencia en la capital fueron el barrio La Concordia, El Chile y el centro de Comayagüela, desde donde en diversas ocasiones caminaba hasta la Escuela Normal que se encontraba frente al edificio de la Secretaría de Salud, pero luego el trayecto a pie se volvió más lejano, pues trasladaron su centro de enseñanza hacia la colonia Kennedy.
“En la práctica intensiva tuve una familiar que me apoyó mucho. Una prima mía a ella no le gusta que yo lo mencione, pero ella me apoyó y yo hasta conseguía prestado hasta donde el límite que yo podía quitar prestado”.
También recibió la solidaridad de algunos compañeros que le otorgaban materiales como marcadores y cartulinas.
“Soy un milagro andante”
En su etapa infantil además de la pobreza también enfrentó varios problemas de salud que pudieron arrebatarle la vida, pues eran epidemias que no siempre lograban vencer los pequeños.
“Cuando yo estaba en quinto grado. Tuve una enfermedad que me desarrolló un virus y me produjo ceguera. Yo estuve ciego durante unos tres meses. Es un virus que lo transmiten los gatos y que solo le da una persona entre 100 mil”.
En ese tiempo su madre solo pudo irlo a ingresar al Hospital Materno Infantil y se quedé solo porque ella debía cumplir con la labor de docente, y hasta que recupera la visión volvió a su casa.
Pero las secuelas le persiguieron durante varios años… hasta que con su esfuerzo logro costear análisis y tratamiento para curarse totalmente.
En su infancia también experimentó los sinsabores de un conflicto armado, pues viviendo en la frontera con El Salvador le tocó vivir la guerra entre Honduras y el hermano país “casi en carne viva, en 1969”.
Sobreviviente
“También me dio la viruela, el sarampión, la tosferina, la parotiditis, rasquiña y la varicela”. En los últimos tiempos me dio chikunguña y más reciente la Covid-19”.
Con este último proceso de quebranto de salud estuvo al borde de la muerte, pues en abril de 2021, en el pico más alto de la pandemia comenzó a presentar los síntomas del coronavirus.
“Me empezaron las manifestaciones junto a mi hija menor y nos fuimos al médico y ella dio positivo, pero yo salí negativo y luego tres exámenes más y con el mismo resultado, pero yo con el 50 por ciento de mis pulmones afectados”.
Ante su desmejoría y por recomendaciones de su hija que es médico, pero que se encontraba fuera del país, casi sin fuerzas tomó su vehículo y condujo hacia la capital casi en estado inconsciente.
“Yo ya no tenía conciencia. Tenía 12 días de evolución de la enfermedad. Yo no recuerdo como hicimos. Me dicen que fuimos a comer, que fuimos a hacerme más exámenes, pero yo no me recuerdo”. Los resultados no eran halagadores y por gestiones de su hija logró un cupo en la sala Covid que se había habilitado en el Hospital María
“Yo me recuerdo cuando me internaron, pero en ese mismo instante caí descompensado”, perdió el conocimiento durante tres días, era candidato a ser entubado, pero por falta de cupos en la Unidad de Cuidados Intensivos se le mantuvo en la emergencia.
Al recuperar su estabilidad, los pacientes que habían permanecido en la misma sala, le comenzaron a contar sobre lo delicado de salud que había estado, fueron dos semanas los que permaneció interno antes de ser dado en alta.
Convaleciente se enfrentó a la discriminación
Tras vencer al mortal virus del Covid-19 volvió su casa con secuelas graves, con daño en la vista, nariz, boca, y pulmones “casi no podía caminar, pues también me afectó las articulaciones, la presión sanguínea, se me desgarraron los músculos. Había pasado un mes de haber salido del hospital y yo expulsaba sangre por la nariz”.
Pero eso no fue lo que más le marcó a nivel emocional, y aunque decidió luchar por su recuperación total con positivismo y optimismo no esperaba que el rechazo se haría presente de parte de personas que conocía, no solo para él, sino que también hacia lo más sagrado su hija y su esposa.
Y es que la discriminación también se hizo presente en el pueblo al grado que nadie quería acercársele y otros ante un rumor de fallecimiento hasta le prendieron velas, ahora solo son parte de sus no tan agradables recuerdos de un proceso que le llevó a cambiar desde sus patrones de alimentación, y de convivencia familiar.
“Sufrimos una discriminación social terrible, pero también estando en el hospital recibí la visita de muchas personas que me conocían y de médicos y enfermeras que me atendían con mucha amabilidad”.
Padre y abuelo
Son cuatro hijas Yaritza, Daniela, Lourdes y Nicol las que Dios le concedió para formar en su rol de padre junto a su esposa Lourdes Esperanza Romero, con quien tiene 35 años de vida matrimonial.
De sus más grandes amores, sus consentidas y los motores de su vida ha heredado tres nietos, Noah Córdova, Mía Banegas y Elian Daniel Romero García, de 4 años, con quien comparte hoy día sus más preciosos momentos “porque vive con nosotros, los otros dos están en Estados Unidos”.
Su etapa de abuelo la describe como una de las más maravillosas porque “ya uno tiene más espacio para atenderlos. Para disfrutar de sus travesuras, se tratan más suave comparado con la rigidez con que se trata a los hijos”.
Pero, así como se inspira hablando de su nieto también lo hace cuando describe a sus hijas describiéndoles como la culminante de su vida, en las que depositó su amor más profundo, su especie de combustible y por las que llegó a aceptar hasta dos y tres trabajos, pues deseó siempre ofrecerles todas las condiciones posibles para que se desarrollarán y vaya que lo logró, pues hoy todas son destacadas profesionales.
Mentalidad deportiva
Desde siempre le atrajo el fútbol y aunque considera que tenía el talento para destacar no lo logró por las limitaciones económicas, pues no tenía ni la ropa deportiva, ni el “chance para practicar”.
Fue hasta finales de su Ciclo Común que se integró en la corta de café y con lo que ganó de su primer mes de salario “me pude comprar un par de tacos, los más baratos que hallé y luego al siguiente mes unos tenis Caprisa, de los más baratos, me costaron cinco lempiras”.
Aseguró que, en el Instituto Evangélico, donde cursaba sus estudios de Ciclo Común, les formaban una mentalidad deportiva, “nos enseñaron basquetbol, beisbol, volibol, pin pon y atletismo” y fue precisamente en esta disciplina que logró ganar el campeonato de su centro educativo.
En ese tiempo pasó a integrar el equipo de fútbol del instituto con el que salieron a participar en encuentros deportivos Esquías y San Luis-Comayagua, en Victoria-Yoro, El Porvenir-Francisco Morazán, entre otros.
Luego al trasladarse a Tegucigalpa para continuar los estudios en la Escuela Normal Mixta Pedro Nufio que tuvo un encuentro con el reconocido atleta nacional Carlos Ávila quien andaba en busca de nuevos talentos y le invitó a entrenar bajo su dirección.
“Nos vio condiciones y dijo que yo era bueno para carreras de medio fondo, y logré ganar dos segundos lugares a nivel nacional, en categorías juveniles, de 400 metros planos y el otro en 800 metros planos”.
Estos logros lo catapultaron para participar en una competencia en El Salvador “esa fue la primera vez que yo salí del país”. De ahí vinieron otras participaciones entre ellos la maratón de los 400 años de Tegucigalpa, celebrados en 1978.
También formaba parte de la Selección de la Escuela Normal, y llegaron a ganar el primer lugar en Tegucigalpa, luego por una nueva etapa en su vida siendo profesional bajó el ritmo físico deportivo, pero ya estando jubilado, en fecha reciente, en 2021 logró el primer lugar en la categoría de 5 kilómetros en la 6ta Marathón Gatorade que se realizó en Tegucigalpa.
Además de jugar en la Liga Mayor de fútbol y en la Liga Bancaria y en la Liga Magisterial y en la Liga de Veteranos.
Dirigente magisterial y el cooperativismo
Participó de manera activa en la dirigencia de base del Colprosumah, siendo el profesional con mayor tiempo en el cargo de presidente de la seccional 69 del Colprosumah-Talanga.
“Fui cinco veces presidente y estuve en la Junta Fiscalizadora de Fondos. Fui miembro del Consejo Electoral a nivel del departamento, fui vicepresidente de la Seccional de Francisco Morazán y también fue capacitador”.
Además de haber formado parte de la Junta de Selección Docente del departamento de Francisco Morazán.
En 1993 se inscribe como aportante en la Cooperativa Talanga Limitada, pero fue hasta unos años más tarde que se integró al Comité de Educación y después se retiró por unos años, y al volver le propusieron integrar la Junta de Vigilancia como por el año 2000 y después fue vocal hasta que por “el año 2012 me propusieron para presidente estuve hasta el año 2019 en este cargo”
En ese tiempo además formó parte de del Consejo de Administración de la Compañía de Seguros Equidad, una de las 11 o 12 aseguradoras que hay en el país.
“Estuve durante cuatro años como miembro de la Compañía de Seguros Equidad y con una experiencia bastante hermosa porque me tocó viajar al exterior a representar al país, recibiendo capacitaciones e impartiendo en algún momento algunas charlas sobre el tema”.
Compositor
En sus momentos de diversión o entretenimiento ha sostenido desde siempre a una de las bellas artes: la música.
“Me gusta tocar guitarra, en su momento toqué marimba, mandolina y además de la interpretación también ha dedicado momentos a la composición, “tengo unas canciones inéditas, de hecho, una dedicada a Talanga, con las cuales participé en festivales en Juticalpa, Tegucigalpa y Santa Rosa de Copán”.
En la actualidad, cuando el tiempo lo permite y se reúne con amigos da rienda suelta a su amor por la música a través del karaoke “para escuchar me gusta la música de reflexión, las de grandes compositores como Frédéric Chopin, Giuseppe Fortunino Francesco Verdi, Johann Baptist Strauss, entre otros.
Para bailar su gusto por la música se inclina al merengue y el género disco y para cantar prefiere las melodías románticas de los años 60, 70 y 80´s.
Talanga
“Talanga significa mucho, realmente la esencia de mi vida. En Talanga formé un hogar, formé una familia, me ayudó a desarrollar mis dones, mis cualidades y aquí logré cristalizar mis aspiraciones”.
Agregó que el municipio le dio una posición y le permitió crecer, es esta misma comunidad que en los últimos años le ha rendido honores por su legado de valores en diversas áreas.
“Agradezco a Dios, a mi familia, a mis amigos y excompañeros que han permitido que mi vida tenga un destino lleno de alegrías, éxitos y felicidad, no importando los obstáculos que se presentaron”.
Citas
“Cuando sacó un balance de mi vida. Tengo un resultado. abrumadoramente positivo”.
“Yo invito a todos a disfrutar de la vida, a que se diviertan, a que aprovechen cada instante, porque la vida tiene más cosas bonitas y hermosas”.
“En este mes patrio debemos inculcar los valores, en especial el respeto a nivel general. Hablamos mucho de patriotismo, pero no lo practicamos. Debemos empezar a hablar correctamente, a no tirar basura las calles, etc”.
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