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Manuel Sierra Santos: referente y respetado epidemiólogo hondureño que encontró en la docencia y la investigación el camino para servir a Dios y al prójimo

Conocimiento, educación y salud han sido sus pilares de vida académica. Es doctor en medicina y cirugía; posee un máster en epidemiología y un doctorado en salud internacional y otro doctorado en salud publica de enfermedades tropicales. Todos los posgrados de la T Chen Harvard School of Public Health. Docente e investigador en la Facultad de Ciencias Médicas-UNAH y en la Facultad de Ciencias de la Salud-UNITEC. En la actualidad funge como asesor especial para miembros de la junta directiva regional de Global Alliance for Vaccine and Inmunization-GAVI. 

 

Se desempeñó como coordinador de la Comisión Nacional de respuesta a emergencia por VZika, y fue parte de los expertos que integraron la Comisión Presidencial ante la llegada de la pandemia por SARS CoV-2 y COVID-19. Fue presidente de Junta Directiva de World Vision Honduras y representante de América Central en Junta Directiva de World Vision International, (Secretario de Comité Ejecutivo) y miembro del Consejo Nacional Consultivo del Informe Nacional de Desarrollo Humano 2021.

Tegucigalpa. Profesional de alto nivel, que bajo principios religiosos ha logrado mantener la humildad como convicción irrenunciable, de carácter jovial y don de servicio innegable. Su preocupación e interés científico ha sido brindar a Honduras y otras naciones soluciones que puedan mitigar los daños o puedan controlar un problema de salud, trabajando en equipo y en ambientes multidisciplinarios.

 

Un hondureño arraigado al valor de solidaridad, con ímpetu de alcanzar sus sueños, a través del conocimiento, sueño que sostuvo desde que era un niño, dedicando a la fecha 26 años al estudio, manteniendo como afición la cocina, y la música que también le atraían, pero que ninguna de estas opciones le resultó tan apasionante como la medicina.

 

Y como se lo propuso, a través de su propio esfuerzo, Manuel Antonio Sierra Santos, nunca deja de estudiar, “es mi obligación ética, mi privilegio y mi pasión”. Un ejemplo, es que en la actualidad cursa un diplomado en cambio climático y gestión de riesgos con World Vision Honduras y el Tecnológico de Monterrey-México.

 

Es doctor en medicina y cirugía, título que logró en 1984, luego de completar estudios en la Facultad de Ciencias Médicas-UNAH, además posee un máster en epidemiología, grado académico que obtuvo en 1990 y luego en 1996 el doctorado en salud internacional y otro doctorado en salud publica de enfermedades tropicales, los tres títulos otorgados por  Escuela de Salud Pública T Chen de Harvard (T Chen Harvard School of Public Health, en Boston-MA, USA).

 

Investigaciones

Han sido tan numerosos sus proyectos de investigación que le resulta difícil especificar el número, pues inició sus investigaciones desde tercer año de medicina y ha continuado desde 1987 año en que comenzó a laborar en la UNAH.

 

Durante su entrenamiento de doctorado estuvo en varios proyectos de la Escuela de Harvard en Latinoamérica, África y Asia. Y desde su regreso a Honduras en 1996 ha apoyado trabajos de investigación de pregrado y de posgrado tanto en UNAH, UNITEC, World Vision y adicionalmente, de la Secretaría de Salud.

 

Aseguró que apoyará siempre cualquier problema de salud pública. Sin embargo, los temas que más atraen su atención son las enfermedades infecciosas y parasitarias: arbovirosis, malaria, leishmaniasis, chagas, la desnutrición infantil, mortalidad materna e infantil, y las vacunas.

 

De igual manera, las infecciones de transmisión sexual, VIH, tuberculosis, las enfermedades emergentes y reemergentes, las enfermedades crónicas no transmisibles: obesidad, hipertensión arterial, diabetes, cáncer y la salud mental: depresión, ansiedad, violencia, uso y abuso de alcohol y drogas, suicidio.

 

Como temas transversales, dijo que le encantan el cambio climático, determinantes sociales, género, pueblos indígenas, ética, derechos humanos y salud.

 

Aportes para Honduras

Servir a los pobres y a los más necesitados, y ver que sus acciones en salud pública pueden aliviar la carga de enfermedad y de mortalidad es lo que destacó como parte de las satisfacciones que le ha heredado su profesión.

 

Desde el contenido de su tesis de doctorado en Harvard sobre Miocardiopatía Chagásica, que resulta de una infección de un parásito transmitido por la chinche picuda, estuvo enfocado en beneficiar a su patria “mientras preparaba mi protocolo de investigación en Boston oré para que mi investigación no quedara en simples publicaciones. Pedí a Dios que los hallazgos sirvieran para mejorar las condiciones de la población afectada. Años más tarde, las condiciones epidemiológicas de transmisión de Chagas se transformaron completamente”.

 

Y es que pudo aplicarlo con su participación con  World Vision Honduras, pues con ayuda de Canadá, ACDI, JICA, Banco Mundial y Secretaría de Salud logró ser parte una gran iniciativa de control de Chagas no solo en Honduras, sino que a nivel centroamericano.

 

Ejemplificó, que además con el Fondo Mundial dirigió las primeras propuestas ganadoras del país para malaria, tuberculosis y VIH. “La situación epidemiológica ha mejorado en los tres problemas de salud”.

 

Gracias a su involucramiento y aportes profesionales Honduras obtuvo el financiamiento de más de 100 millones de dólares de los recursos que mantenían disponible (CDC, Fondo Mundial, TDR-WHO, USAID, ACDI) para el abordaje de problemas prioritarios de salud: VIH, malaria, tuberculosis, chagas, zika, inseguridad alimentaria, así como formar parte de la Mesa Intersectorial de Salud Mental.

 

Por su parte, en el ámbito nacional también ha dado asesorías ante la respuesta nacional durante la presencia de chikungunya, y zika. Durante la pandemia de la COVID-19, “influimos en la toma de decisiones nacionales que redujeron el impacto de la pandemia y permitieron el acceso acelerado de vacunas en el país”.


También fue miembro del Consejo Nacional Consultivo del Informe Nacional de Desarrollo Humano 2021.

 

Desde la parte académica su contribución también es palpable, pues ha otorgado su cuota intelectual para mantener al país en el ranking internacional por publicaciones en revistas indexadas, tanto a través de la UNAH como en UNITEC. Además de sus libros, la organización de posgrados en Salud Pública-UNAH y el apoyo en investigación de problemas de salud nacionales en pregrado y posgrados tanto en FCM-UNAH como en FCS-UNITEC.

 

Otra de sus colaboraciones que le genera gran satisfacción personal ha sido motivar y acompañar a estudiantes jóvenes en el campo de la salud para que se involucren en la investigación y más aún, “cuando logramos presentar sus resultados en congresos científicos e incluso logramos publicar en revistas indexadas revisadas por pares. Y luego me escriben desde un postgrado dándome las gracias por haberles ayudado y facilitado el ingreso”.

 

Desempeño profesional en las ciencias de la salud

Su primera experiencia laboral formal en las ciencias de la salud llegó en 1996 como docente en la Facultad de Ciencias Médicas-UNAH, desempeñándose como profesor titular III, cargo que mantiene a la fecha. De manera simultánea a partir de 2018 asumió el reto como investigador de planta (medio tiempo), en la Facultad de Ciencias de la Salud-UNITEC.


En abril de este año fue contratado como asesor especial para miembros de la junta directiva, representando a la región de América (AMRO), Global Alliance for Vaccine and Inmunization-GAVI.

 

El trabajo de voluntario también ha estado presente en su vida, por lo que se desempeñó como coordinador de la Comisión Nacional de respuesta a emergencia por VZika, miembro de Comisión Presidencial de expertos que asesoraron respuesta nacional a pandemia por SARS CoV-2 y COVID-19.

 

Así mismo, fue presidente de Junta Directiva de World Vision Honduras y representante de América Central en Junta Directiva de World Vision International, y en los últimos años es voluntario en los Comités de Gobernanza y en el de Fe y Desarrollo.

 

“Con World Vision Honduras desarrollamos un gran proyecto integral para el control de la enfermedad de Chagas, especialmente en comunidades Lencas y Maya-Chortís”, explicó.

 

También trabajó como médico misionero en el Hospital Moravo de Ahuas, Gracias a Dios, y de manera posterior en la Clínica La Joya, en el municipio de Orica, Francisco Morazán, sirviendo a los Xicaques de la Montaña de La Flor. En Santa María del Real, Olancho, vivió otra gratificante experiencia fungiendo como subdirector de la Clínica El Buen Pastor, sirviendo al pueblo indígena Pech.

 

Con su servicio desinteresado además ha apoyado durante varios años a la Alianza Misionera Garífuna-AMIGA.

 

Su experiencia laboral en comunidades remotas y con legados ancestrales le permitió comprender y tener una perspectiva amplia del cristianismo, “que incluye evangélicos, católicos, adventistas, pentecostales, carismáticos, ortodoxos, luteranos, anglicanos, etc”.


Asiduo lector

La lectura y estudio de La Biblia es a diario en la vida de Manuel Sierra al mismo tiempo en que memoriza los versículos. Compagina además sus momentos de búsqueda de información importante con las publicaciones de las revistas científicas médicas “me mantengo al día con por lo menos una media docena”.

 

A esto se suma que en la actualidad se encuentra en proceso de revisión de la segunda edición en español y primera edición en inglés de uno de sus libros sobre COVID-19.

 

Esos momentos de interés por la lectura en su presente incluye textos como: Choked Pipes, publicado por Oxford University Press, 2010, de la autora Sani Nishtar, CEO Gavi Alliance, que es el primer análisis consolidado del sistema de salud de Pakistán.

 

“Además, acabo de terminar: Tendencias de ordenamiento territorial en América Central y República Dominicana, como parte del diplomado en cambio climático y gestión de riesgos que estoy tomando con World Vision Honduras y el Tecnológico de Monterrey (México)”.


Hijo de padres luchadores

Sus padres eran Manuel Antonio Sierra Sánchez y Telma Yolanda Santos Calderón, dos luchadores de la vida, quienes le vieron por primera vez al final de 1957, ya que llegó al mundo un 31 de diciembre, quizás por esta razón y porque recuerda que siempre tenía sus estrenos y deliciosos nacatamales es que la Navidad es su época preferida del año.

 

“Mi madre siempre se las arreglaba para tener en casa un árbol de navidad con luces, adornos y un pequeño nacimiento. Ella se aseguraba que para el 24 tuviéramos ropa para estrenar y mi padre nos compraba fuegos artificiales. Mi madre hacía tamales para vender, alrededor de 500 para el 24 y otros 500 para el 31 de diciembre. Así que siempre teníamos tamales, y de vez en cuando, un pavo o una pierna de cerdo horneada”.

 

Describió a su progenitor como campesino de primera generación, taciturno, callado, poco expresivo, especialmente en sus emociones. De parte de él no recuerda palabras amorosas, expresiones de cariño o felicitaciones. No obstante, siempre que le necesitaba estaba allí cerca para ayudarle.

 

“Mi papá nació en Yauyupe, uno de los municipios más pobres de El Paraíso, él nunca estuvo en la escuela, usaba caites hasta la adolescencia, y traía a pie desde Yauyupe, partidas de ganado para venderlas en el rastro de la capital”.

 

De su mamá contó que nació en Nueva Ocotepeque y por abandono de su padre era hija de madre soltera y siendo aún una niña quedó huérfana.” Mi abuela viajaba a vender verduras a El Salvador y en uno de los viajes murió en un accidente. De esta manera, mi madre, mi tía y mi tío quedaron huérfanos siendo muy pequeños y fueron repartidos entre los familiares que los quisieron recibir, bajo la modalidad de empleados domésticos”.

 

Reveló que la mujer que le cargó en su vientre tampoco fue a la escuela y de niña andaba descalza,” se quedó con una tía abuela que tenía un comedor, y allí aprendió a cocinar, una mezcla de recetas guatemaltecas, salvadoreñas y hondureñas”.

 

Luego su progenitora se vino a Tegucigalpa, huyendo de la pobreza y comenzó a trabajar como empleada doméstica en un pequeño restaurante de Comayagüela donde también llegaba su padre a comer cuando venía de Yauyupe. Es de esta manera como se conocieron sus papás, y luego se juntaron en unión libre. Luego de manera eventual, la dueña del restaurante “Río Grill” les dejó el negocio en arrendamiento, por lo que comenzaron a administrar el establecimiento.

 

Del matrimonio nacieron tres hijos y la familia se extendió a seis cuando sus papás recibieron a tres hermanos adoptivos en el hogar.


Escapadas por ver la televisión

Sus primeras escapadas de casa surgieron a muy temprana edad, entre los cuatro y cinco años, por la falta de un televisor en el hogar, y es que tras la entrada de la señal de televisión al país, bajo la trasmisión de Canal 5, que en ese entonces era en blanco y negro, ningún niño deseaba perderse su programación como sucedía con el pequeño Manuel por lo que se desplazaba hacia la vivienda de un vecino que contaba con el aparato electrónico para disfrutar de la programación de aquel entonces.

 

Y aunque sus padres pensando que podrían detenerle instalaron una baranda en las puertas del restaurante para que no se saliera, por el peligro de los vehículos, él rápidamente aprendió a abrir la puerta lateral de la casa y daba la vuelta por toda la cuadra, “así que mis padres, en medio de la limitada condición económica, decidieron comprar un televisor siendo este el segundo disponible en la cuadra donde vivíamos”.

 

Apasionado por el conocimiento

En ese mismo tiempo, muy pequeñito aprendió a leer con ayuda de algunos clientes del restaurante”, y luego él se metía “a hurtadillas” al cuarto que le alquilaban sus padres a un profesor de la Universidad “así, leí todos los tomos de las enciclopedias UTEHA y La BARSA”.

 

“En el cuarto del profesor, que yo lo consideraba mi cámara secreta de sueños, devoraba libros de literatura hispanoamericana, libros de cuentos, El Capital, etc”.

 

Por su interés de escudriñar en el saber, de formarse a nivel intelectual, dijo que tuvo constantes desacuerdos con su papá, pues él consideraba que su afición por los libros y la música, y sus sueños de ser un profesional universitario, de ser un escritor eran una total pérdida de tiempo.

 

Sin embargo, y pese a la férrea oposición del jefe del hogar, fue matriculado en la Escuela Inmaculada Concepción, la cual se encontraba a dos cuadras de su casa. “Mi madre me mandaba, desde el restaurante, una merienda caliente y otra para mi maestro (a). Recuerdo algunos nombres de mis maestros (as): Glenda Paz, nieta de Jesús Aguilar Paz, Gladys Borjas, Otilia, y Amparo. Algunos de mis compañeros (as) de la escuela primaria también estudiaron medicina como: José Casco, Gerardo Midence, Lizeth Thiebaud, Thelma Soliman, entre los que logró evocar”.

 

Desde sus primeros años de estudios destacó por sus calificaciones y no le prestó atención a las presiones de su papá que le aconsejaba que mejor pusiera un restaurante, como él, y así aprendiera a defenderse en la vida.

 

De quien siempre recibió apoyo fue de su madre, quien, pese a que tampoco había asistido a la escuela, se ponía en la brecha para que siguiera estudiando.

 

“Adicionalmente, el Instituto Hondureño de Cultura Interamericana-IHCI abrió sus puertas muy cerca de donde vivíamos y mi madre tuvo la osadía de ponerme incluso a recibir cursos cortos de inglés”, manifestó.


Es así que, a pesar de las limitaciones económicas y la oposición de su papá, logró terminar la secundaria e ingresó a la carrera de medicina en la UNAH. “Comencé a trabajar desde segundo año de la carrera universitaria para auto sostenerme, me gradué de médico y Dios abrió las puertas para que ingresara a la T Chen Harvard School of Public Health, en Boston, Estados Unidos donde cursé siete años de posgrado y obtuve tres grados académicos”.

 

Estudios fuera del país

Según el destacado profesional de la medicina para alcanzar una oportunidad de beca en una universidad de alto nivel se requiere de ciertos requisitos como; un buen desempeño académico, de un trabajo altruista de servicio demostrable, de publicaciones en revistas de peso, de haber destacado en áreas como la música, la escritura o los deportes etc y el liderazgo, condiciones que él había alcanzado con ayuda de destacados profesionales del área de la salud.

 

En pregrado, luego durante la clase de fisiología, en tercer año de la carrera de medicina, fue contratado como instructor de investigación y docencia. En ese entonces recibió mentoría personal de honorables médicos entre ellos los doctores Pablo Cámbar, Juan Almendárez, Guillermo Ayes, Roberto Sosa, Pedro Portillo, e Isabel Seaman.


Al ingresar a la UNAH recibió apoyo del Dr. Humberto Cosenza quien le llevó a interesarse en las enfermedades tropicales. "Para 1988 ya contaba con varias publicaciones que me hicieron candidato para aplicar a una beca".


“Inicialmente, apliqué y obtuve una beca del Programa Fulbright de Postgrado para Estudiantes Extranjeros de la Embajada de USA. Con esta beca podía obtener la Maestría en un año, y yo les indiqué mi interés de continuar en el doctorado”, explicó.

 

Sus deseos se concretaron con la llegada a Harvard del docente Uwe Brinkmann, PhD en Medicina Tropical quien se mostró muy interesado en apoyar su ingreso al doctorado. “Él era amigo del coordinador de becas del Tropical Diseases Research (TDR) de la Organización Mundial de la Salud” y le ayudó para que obtuviera el financiamiento del TDR para completar el grado más alto que otorgan las universidades.


Recuerdos de niño

Siendo que su infancia transcurrió en la Comayagüela del ayer, en el tiempo donde los niños disfrutaban de la convivencia al aire libre y de la ciudad que ofrecía distracciones sanas, Manuel disfrutó al máximo de esos momentos, como recorrer varias cuadras a pie para comprar “pastelitos de perro” frente a la Escuela Lempira y refresco de piña con uvas de La Magnolia.

 

“Mis padres me dejaban ir solo al Estadio Nacional los días domingo para disfrutar de dos partidos de la Liga Nacional (uno a la 1:30 pm y el otro a las 3:30 pm). En el estadio, por lo general compraba una orden de empanadas a Carioca, famoso vendedor que tenía su puesto de ventas en el mercado Mama Chepa”.

 

También era de los que frecuentaba los cines Moderno e Hispano, y para el 14 y 15 de septiembre se encontraba en primera fila, a la orilla de la Calle Real para observar los desfiles de las escuelas y colegios, que iniciaban en el parque El Obelisco y culminaban en el parque Central.

 

Su hogar quedaba a inmediaciones de La Policlínica, el parque La Libertad y los establecimientos comerciales que en su momento eran referencia como la Delta, que fue la primera fábrica de helados de la capital.  Para ser exactos, él vivía frente a la Farmacia Vida, esquina opuesta a la Panadería La Española, a una cuadra de la Iberia, una de las primeras Dry Cleaning y lavanderías de la capital.

 

Servicio a Dios desde más de cuatro décadas

En 1976 abrió las puertas de su vida a Jesucristo y lo reconoció como su Señor y Salvador, y desde ese momento empezó a servir en la Iglesia Evangélica en diferentes escenarios.

 

Siendo un estudiante universitario participó con el grupo de discipulado fortaleciendo la Iglesia Centroamericana de la colonia El Pedregal de Comayagüela,  y en El Paraíso-El Paraíso.

 

Durante sus estudios en Harvard, vivió casi siete años en Boston y fue co-pastor de la Iglesia León de Judá (https://www.leondejuda.org/inicio) al lado del Dr. Roberto Miranda (QDDG).

 

En la actualidad forma parte de la Iglesia Centro Cristiano Internacional-CCI donde asiste los domingos a las 9:00 de la mañana. El cristianismo para él es un estilo de vida. “Dios ha ocupado, ocupa y ocupará siempre el primer lugar en mi vida”.

 

El día en que su padre aceptó la salvación

El alcoholismo llevaba a su papá a perder el control al grado de que “se quedaba fondeado en las calles” y en ocasiones le tocaba salir a buscarlo encontrándose en estado deplorable. Justo a inicios de 1977, en sus primeros años de profesar el cristianismo pidió en oración por la recuperación de su ser amado, pues nuevamente se encontraba en una recaída por el vicio.

 

“Me tocó salir a buscarlo. Lo llevé a casa para asearlo. Mientras lo afeitaba comencé a compartir con él mi experiencia de transformación con Jesucristo y le expuse cómo Dios podía también cambiar su vida y ayudarle en su problema de alcoholismo. Mi padre comenzó a llorar en el baño y nos arrodillamos. En oración, él tomó su decisión personal con Dios. Ambos terminamos abrazados, completamente en llanto. En lo más profundo de mi corazón sentí que Dios estaba transformando a mi padre y que también Dios estaba sanando las heridas de mi corazón”.

 

Desde ese momento, su padre nunca más volvió a consumir bebidas alcohólicas por los siguientes 45 años, hasta que falleció a los 90 años. “No hay duda de que ese es un momento que siempre guardo y atesoro en los más profundo de mi corazón”.

 

Momentos importantes en su vida

Entre los momentos más interesantes de su vida mencionó su caminar con Jesucristo, sus estudios dentro y fuera del país, su matrimonio y el nacimiento de sus hijos.

 

Así mismo, su labor con tres instituciones cristianas: Compassion International, Tearfund y World Vision, mismas que le han permitido ver la gracia de Dios manifestada a través del mundo, de diferentes culturas y contextos.

 

Reveló además que en la lista de momentos importantes también está su separación y divorcio después de casi 35 años de matrimonio, y luego poder años después, “por la gracia de Dios, y cuando menos lo pensaba y esperaba, volver a encontrar el amor”.

 

En ese mismo orden de experiencias significativas para su vida destacó el compromiso académico y mentoría personal que recibió durante su entrenamiento en Harvard por parte de los Doctores Uwe Brinkmann y James Maguire, quienes sembraron en él un profundo deseo por la búsqueda de la verdad (“VERITAS” en latín significa verdad, y va en el centro de todos los escudos de las escuelas de Harvard), la excelencia, el crecimiento continuo y el profesionalismo en todas sus acciones.

 

Sin olvidar su servicio como co-pastor de la Iglesia León de Judá en Boston “que me ayudó a mantener siempre la perspectiva y el compromiso cristiano al estudiar en Harvard”.

 

Hijos y nietos

Su entrega a la labor profesional no le impidió formar una sólida familia al grado que logró conformar un hogar por más de 35 años con la madre de sus dos hijos, aunque decidieron separarse hace casi cinco años.

 

“A mi ex esposa, que es enfermera, la conocí en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNAH y después de cinco años de separación, estoy tratando de rehacer mi vida en esta última etapa. He conocido a una educadora fuertemente comprometida con su fe cristiana, ambos divorciados, con quien compartimos muchos ideales y estamos trabajando nuestra relación”.

 

De su primera relación en matrimonio nació su hija Ana Carolina Sierra Hernández, y su hijo Manuel Antonio Sierra Hernández.

 

“Me siento muy agradecido con Dios por tener dos hijos fuertemente comprometidos en su fe cristiana, muy sensibles a la pobreza y a las desigualdades sociales, que aman y oran por la sufrida Honduras, con un alto nivel académico, que han formado una familia cristiana”.

 

Su hija estudió Salud Pública en la Universidad de Yale, New Haven, Connecticut. Se casó con David Erdel, cuarta generación de misioneros de América del Sur. Trabaja en la Universidad de Notre Dame, Indiana. Ya se nacionalizó como estadounidense.  En el caso de su hijo estudió Física en Bethel University, Mishawaka, Indiana y luego Ingeniería Civil en UNITEC y está casado”.

 

A la fecha, el doctor Manuel Sierra, tiene tres nietos: Isabel, Ada y George .

 

La tierra que le vio nacer

Ha puesto a su patria siempre en el primer lugar de sus aspiraciones, pese a que recibió propuestas de trabajo en otros países y en organizaciones internacionales, pero siempre deseó que sus hijos conocieran la riqueza de los nexos familiares extendidos catrachos y las necesidades de un pueblo empobrecido.

 

El regreso después de estudiar fuera del país, según reveló, no fue fácil. “Al andar buscando trabajo en la SESAL, un Viceministro de Salud me dijo que dejara de “joder” pues no era del partido de turno. En algunas unidades académicas de la UNAH me rechazaron argumentando que tenía demasiada formación y hacía mucho énfasis en la toma de decisiones basada en evidencia (datos)”.

 

Luego, “participé como experto en salud en un “gabinete bajo la sombra” del Partido Nacional y en otro del Partido Liberal. Me frustré al ver cómo los puestos claves de SESAL eran repartidos no por méritos o competencias sino por un primer filtro partidario aportante, seguido de nepotismo y de recomendaciones”.

 

Pese a enfrentar la adversidad y la oposición “he seguido luchando por mi ´sufrida´ Honduras a quien veo sumida cada vez más en oscuras y lóbregas honduras”.

 

“Este país no es fácil, pero para aquellos que leen estas líneas, les reitero que no se den por vencidos, que no claudiquen en sus principios y valores, que sigan soñando y orando, a aquel para quien no existe la palabra imposible. Les dejo las palabras de Salmos 37: 3-6. Confía en el Señor y haz lo bueno, vive en la tierra y mantente fiel. Ama al Señor con ternura, y él cumplirá tus deseos más profundos. Pon tu vida en las manos del Señor; confía en él, y él vendrá en tu ayuda. Hará brillar tu rectitud y tu justicia como brilla el sol de mediodía”.

 

En corto


¿Cuál ha sido el reto más importante que ha tenido en su trabajo?

Muchos de los problemas de salud trascienden a la Secretaría de Salud y están estrechamente ligados a determinantes sociales como pobreza, condiciones de vida, exclusión social. Es muy frustrante trabajar en favor de los pobres, en un país donde reina la mediocridad, la falta de compromiso, el nepotismo, la politiquería, la corrupción y la impunidad. Con todos mis títulos académicos, reconocidos en Educación Superior, múltiples libros y publicaciones todavía sigo esperando y luchando por una reclasificación de titularidad en la UNAH, que supuestamente es automática.


¿Cuántas horas dura un día del doctor Sierra?

Por lo general, duermo en promedio unas cinco horas. Soy workoholic.

 

¿Tiene algún pasatiempo?

Me gusta la lectura y la música. Me mantengo físicamente activo y estoy en un gimnasio (Equinox). Me gusta escribir. Tengo flauta, teclado y guitarra. Antes tenía trompeta y saxofón. Me considero un aprendiz principiante atrevido en música. También me gusta cocinar. Disfruto viajar y conocer otras culturas.

 

¿Algún dato curioso sobre usted?

A mis 66 años pocos creen que mi tendencia natural es a ser callado, retraído, temeroso. Dios ha trabajado estos aspectos de mi vida. En mi familia también corre la carga genética de la depresión y yo mismo tuve un episodio agudo de depresión y estuve en antidepresivos por un tiempo.

 

¿De sus profesiones cuál es la que más le apasiona?

Me gustan todas. Dios me ha dado la oportunidad de ejercer la medicina y ayudar a mucha gente en zonas postergadas. Todas mis profesiones me dan un fuerte trasfondo y experiencia profesional para enriquecer mi cátedra.


¿Qué trabajo o proyecto es su mayor sueño en este momento?

A mis 66 años estoy considerando jubilarme del sector académico y dedicar la última etapa de mi vida, con mi formación, experiencia profesional y compromiso cristiano, a un trabajo en el que siempre pueda seguir sirviendo a los más vulnerables. Adicionalmente, después de cinco años de separación y ya en espera del dictamen final del Juzgado para mi divorcio, estoy pensando en casarme de nuevo y servir juntos como pareja el resto de nuestras vidas.

Así que, en estos momentos, la oración y la búsqueda es ¿qué sigue después?

 

¿Cada día al despertar que es lo primero en qué piensa?

Que yo pueda ser siempre parte de una solución y no el causante de un problema. Que pueda amar y ayudar a mi pareja, a mi familia, a mis amistades y al necesitado.


¿Cuáles son sus fortalezas?

Soy perseverante y persistente sobre todo si me convenzo de que lo que persigo es lo correcto, lo justo, y lo más indicado. Tengo un pensamiento analítico y me gusta mantenerme al día en mi campo de acción profesional. Sigo siendo un soñador y a veces reto el statu quo de las cosas. La adversidad me reta y me motiva. Soy crítico pero propositivo y disfruto aportando soluciones a problemas. Me gusta trabajar en equipo y en ambientes multidisciplinarios. Tengo sentido del humor y soy bromista.

 

¿Cómo se describe usted?

Profundamente cristiano. Respeto los valores, la ética y los derechos humanos. Valoro mucho a la mujer y a los ancianos. Soy muy sensible a la pobreza, las desigualdades y la exclusión social. Disfruto, aprecio y promuevo la diversidad cultural como un patrimonio invaluable de un país. Soy apasionado en mi profesión, me gusta enseñar y hacer investigaciones que puedan ayudar a los más vulnerables.

 

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1 comentário


Jorge Fernandez
Jorge Fernandez
18 de nov.

¡Ese es mi gallo! Muy linda descripción de tan digna personalidad. Enhorabuena.


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