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Foto del escritorHonduras Trascendental

Juan Fernando Cárdenas: se luce a la medida con el milenario oficio de la sastrería

Actualizado: 18 jul

Es el propietario del taller: Confecciones Cárdenas, y desde hace 23 años se dedica a la confección de prendas de vestir en la capital de Honduras.

 

De acuerdo con él, forma parte de la última generación de un legado de reconocidos centros de confección artesanal de la antigua Comayagüela. Es perito mercantil y contador público, egresado del histórico Instituto Mixto Hibueras.


Fotografías: Mauricio Fúnez

Tegucigalpa. En un taller, propiedad de su papá, fue donde fue aprendiendo de la toma de medidas, los patrones, las telas, y los cortes precisos para armar una prenda de vestir.

 

Le tocó, siendo aprendiz de los mandados propios del negocio como; comprar los hilos, zipper y otros insumos hasta de buscar los sagrados alimentos para los experimentados sastres que conformaban la planilla del reconocido taller ubicado en el barrio Guanacaste.

 

“Yo llegaba a visitar a mi papá, cuando salía después del colegio pasaba dos o tres horas ahí. Así me fui involucrando en la sastrería. En la mañana iba al colegio y luego un par de horas al taller”.

 

Meses mas tarde por orden de su padre le comenzaron a instruir sobre tareas sencillas del proceso de confección, hasta que un día se atrevió a armar un pantalón de uniforme escolar, por el cual Juan Fernando Cárdenas Gutiérrez, hace unos 23 años atrás, recibió como pago de entre 35 a 40 lempiras.

 

Esa primera prenda que logró armar Fernando le llevo “como en tres o cuatro días, una vez que lo hice, recibí mi primer sueldo, fue como en el año 2001”.

 

De aquellos tiempos dorados de la sastrería, recordó que recibió las mejores instrucciones de parte de reconocidos artesanos que le permitieron formarse siendo empleado de uno y otro taller, pues siempre buscó un mayor aprendizaje y dominio del mundo de la confección.

 

Es así, como hace unos 12 años atrás decide independizarse, constituyendo el taller: Confecciones Cárdenas, ubicado en la colonia El Álamo, establecimiento hasta donde llegan sus asiduos clientes, en especial empleados de oficinas públicas y privadas.

 

Última generación

De acuerdo con Fernando, él forma parte de la última generación, de un legado de reconocidos centros de confección de la capital, pues las sastrerías en su mayoría, ya no tienen aprendices.

 

En su caso siendo un joven y estando recién egresado del histórico Instituto Mixto Hibueras, con un título de perito mercantil y contador público, tuvo que empezar a  planchar prendas, pegar botones, hacer ruedos, realizar ajustes a prendas, “estuve, así como año y medio”.

 

“Luego anduve de taller en taller, como no tenía mucha experiencia. Yo llegaba en cada taller con el fin de aprender. En la sastrería El Porvenir, del barrio Abajo, trabajé durante dos años, y así después a otro y fui formándome, ya son más de 20 de ser sastre”, contó.

 

Al independizarse, sus primeros clientes fueron sus vecinos, pues comenzó en un espacio de la casa, hasta que logró abrir un local ya con una planilla de operarios que poco a poco iba creciendo.

 

“Cuando recibo mi primer contrato formal, busqué al personal, llegué a tener siete empleados” y debido al especializado trabajo logró vestir hasta el plantel de bomberos, desde el personal administrativo hasta el comandante general.

 

Clientes diversos

Al hacer un balance de su oficio, expresó que su formación ha sido más autodidacta que los conocimientos que le pudieron transmitir sus patronos, por lo que confecciona ropa para damas y varones.

 

Entre sus mayores clientes enumeró a abogados, ingenieros y una variedad de trabajadores del sistema público, pero también ha tenido el privilegio de confeccionar prendas para la representante de la OPS/OMS en Honduras, Ana Emilia Solís-Ortega.

 

El tiempo en que logra armar una pieza varía, según los detalles, las telas, y el diseño, “en un saco clásico, de varón quizás un día, pero en un traje formal iniciando desde las medidas hasta la confección de la prenda, son dos días”.

 

En cuanto al costo, Fernando detalló que el precio también se rige por la calidad de las telas, por ejemplo, un traje con una tela casimir español legitimo vale unos 4,600 lempiras.

 

Vida con Dios y la familia

El 22 de septiembre de 1983 nació Fernando, su primer respiro de vida fuera del útero de su madre Reina Elizabeth Gutiérrez Almendares fue en el Hospital Materno Infantil, de Tegucigalpa.

 

Es el segundo de cuatro hermanos, “nosotros somos dos varones y dos mujeres, mi mamá fue madre soltera, pues estando aun nosotros pequeños se separó de mi papá Juan Nicolás Cárdenas Muñoz”.

 

La colonia Sagastume y La Aurora fueron los puntos donde transcurrió su niñez, en el primer sitio era la residencia con su mamá, y en las vacaciones se desplazaba hacia el otro sector donde permanecía al cuidado de su abuela paterna Rosa Cándida Muñoz.

 

Ante la ausencia de su progenitor, de acuerdo con el talentoso artesano de la confección, su madre se esforzó para lograr formarles, y de manera sabia supo conducirlo hasta que lograra una profesión.   

 

“Estando en primer curso en 1996, yo entré en una etapa de rebeldía, y mi mamá me llegó a preguntar que deseaba hacer con mi vida, y yo respondí que trabajar y comencé a trabajar de ayudante de albañil, pero en unos meses volví a las aulas”, recordó.

 

A la fecha es padre de tres hijos; Valery Jimena Cárdenas Salgado, Sherlyn Ariana Cárdenas Salgado, y Jareth Fernando Cárdenas Salgado.

 

Y ante la separación de su esposa, luego de que migrara junto a su hijo mayor, permanece a cargo de sus dos princesas, uno de los retos mas desafiantes para su vida, según reveló

 

“La niña pequeña tenía tres años cuando mi esposa viajó “ella se fue de manera ilegal, con un coyote, junto con su hijo, y el plan era que luego le seguiríamos nosotros, pero después de ver la dura situación del viaje, decidimos no intentarlo”.

 

A partir de ese momento le llegó un llamado especial por decisión de Dios, pues comenzó a congregarse en la Iglesia de Dios del Séptimo Día, donde gracias a su compromiso en la actualidad es misionero evangelístico.

 

“Mi separación con mi esposa se da porque no fui buen esposo, fui mal administrador de lo que Dios me dio”, agregó.

 

Sin embargo, este tiempo ha sido de cercanía con el Padre del Cielo “comencé mi ministerio, preparándonos, tenemos el privilegio de predicación y evangelismo”.


Desde Honduras Trascendental deseamos que continue con sus éxitos laborales y espirituales, bendiciones para su vida en abundancia.


Para contactarlo: Facebook: Confecciones Cárdenas


 

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