top of page
  • Foto del escritorHonduras Trascendental

José Miguel Castillo: prestigioso médico de emergencias con visión en la administración corporativa

Fue el médico que atendió el primer caso de COVID-19 detectado en Honduras. Estuvo al frente de la batalla en los momentos más críticos del coronavirus en la capital, pero milagrosamente se ha mantenido sin registro de la enfermedad en su organismo.


Es doctor en medicina y cirugía, y máster en administración y negocios. Funge como gerente de rescate médico en PORSALUD y médico en la emergencia de maternidad del Hospital General San Felipe.


De adolescente participó en competencias de Taekwondo a nivel centroamericano ganando medallas para Honduras. Además, practicó Aikido, arte marcial japonés cuyos principios son la armonía, no violencia y la no competitividad, fútbol y boxeo.

Tegucigalpa. Viajar al espacio más allá de la atmósfera de la tierra o aprender sobre las tácticas ofensivas y defensivas de un aviador militar eran los sueños a conquistar hasta antes de que llegara a sus manos un libro que explicaba la circulación menor del cuerpo humano.


A partir de ahí la medicina se volvió su pasión y comenzó a leer libros de anatomía y enciclopedias relacionadas con la fisiología humana, pero lo que nunca cambió fue su anhelo de ayudar y aportar un granito de arena a la humanidad.


Deseos que se cumplen a diario a través de su servicio médico en la emergencia de maternidad del Hospital General San Felipe, y en la gerencia de rescate médico en PORSALUD donde se desempeña con éxito.


Estas labores las ha logrado integrar de manera brillante, José Miguel Castillo Hurtado, gracias a su formación como médico en medicina y cirugía, título otorgado en la Universidad Latinoamericana de Medicina de Cienfuegos, Cuba, y su máster en administración y negocios obtenido en la universidad de negocios INCAE, en San José Costa Rica, con rotación en ESADE Madrid España y Babson College, en Boston, Estados Unidos.


Su brillante desempeño se ha podido apreciar hasta en las áreas deportivas, pues siendo un adolescente logró agenciarse medallas en competencias centroamericanas participando como atleta nacional de Taekwondo.


Atendió a la primera paciente con COVID-19

La batalla contra el virus letal de la COVID-19 se veía cercana y a la vez lejana, en el Hospital San Felipe en ese momento se impartían las capacitaciones en bioseguridad, y luego debían cumplir con el turno, el director del centro asistencial Dr. Edwin Cruz decidió dar un paso al frente y como todo buen profesional José Miguel no se rajó y de un momento a otro estaba asistiendo a la primera paciente positiva del país y la capital, una joven embarazada.


“De ese momento recuerdo haberla examinado y conversado con ella, era una persona de carácter amable, con fe en Dios y que se recuperaría. En esos inicios de la pandemia por los equipos de protección, el calor y porque no decir el temor a lo desconocido, eran mi fiel compañero”, dijo.


La mayoría del personal asistencial pasaban 12 horas sin poder comer o ir al baño, el uso constante de mascarilla les lastimaba el rostro y les desencadenaba dolores de cabeza.


Y luego al llegar a sus casas debían desvestirse afuera “yo debía saludar a mi hija y esposa de lejos, bañarme y permanecer en habitaciones separadas, cenar solo, por miedo a contagiarlas, estas son solo algunas de las vivencias negativas que enfrentó el experimentado galeno, pero también estuvo lo positivo que “fue apoyar a nuestro pueblo cuando más lo necesitaba”.


Pese a lo que representaba el virus en aquel momento, no temía por su vida, pero si le angustiaba que se contagiaran sus familiares cercanos al grado que durante un año no visitó a su mamá.


Otra de las vivencias difíciles de la cruel enfermedad fue perder a colegas por haber dado el paso al frente, “la verdad en momentos como estos donde ves morir tanta gente, no piensas mucho en ti y das el paso al frente hoy después de casi 4 años reflexiono y digo cuanto arriesgué y agradezco a Dios que me permitió ayudar y sobrevivir el COVID-19, fue como una guerra, en la que perdimos amigos y familia”.


Por ello, de acuerdo con José Miguel ningún médico quiere volver a pasar esta dura prueba “estudiamos con el objetivo de salvar vidas, el COVID nos enseñó que no somos nada, de hecho, recuerdo turnos en los que perdí hasta siete pacientes en menos de 12 horas, solo Dios sabe el daño que como profesionales de salud estas cosas nos causan, hoy veo a la gente ya sin mascarilla y parece como si nunca paso, yo aún recuerdo las caras de la gente que murió y que no pudimos salvar”.


Y es que durante la etapa crítica de la pandemia llegaron a atender cuatro salas de enfermos positivos de coronavirus, con aproximadamente 50 pacientes cada una, además coordinó el triaje del Juan Paulo II, el cual fue habilitado por la Alcaldía Municipal y el Consejo Hondureño de la Empresa Privada-COHEP.


Después de este proceso, según el valiente profesional de la medicina el personal de salud se volvió más sensible “y nos hizo entender lo frágil que somos”.


Finanzas y la salud

José Miguel, con tan solo 36 años, se ha convertido en un ejemplo de éxito y dedicación en el ámbito de la salud. Gracias a su enfoque multidisciplinario, ha logrado desempeñar roles tanto administrativos como clínicos en el sector de la salud. En PORSALUD, donde se desempeña como gerente en la unidad de negocios Rescate Médico, ha encontrado un espacio para ejercer ambas facetas. Además, también dedica parte de su tiempo a la atención de pacientes en uno de los centros asistenciales públicos más antiguos y reconocidos del país.


“Decidí estudiar administración por una razón muy simple: los médicos, por lo general, tenemos deficiencias en estas áreas", revela José Miguel. "Cuando eres médico, tu influencia se limita a tus pacientes, pero como administrador, tienes la capacidad de generar cambios positivos que pueden afectar a un número mayor de personas”, profundizó.


PORSALUD ha asumido la visión de profesionalizar y educar a sus médicos en áreas más allá de la medicina, y José Miguel es una representación viviente de esta iniciativa. A pesar de los desafíos iniciales para integrarse a equipos con formación corporativa directa, ha logrado potenciar sus habilidades y ahora es consciente del impacto que puede tener una formación administrativa en el ámbito de la salud.


"Al principio fue desafiante, pero ahora veo la importancia que tiene. Me he dado cuenta de que en el campo de la salud, hay muy pocos profesionales capacitados en estas áreas", señala. En este sentido, PORSALUD se esfuerza por cerrar esta brecha de conocimiento, promoviendo la formación integral de sus profesionales de la salud, para así, mejorar no solo la atención al paciente, sino también la eficiencia y efectividad de los sistemas de salud.


Agenda de un hospital

Su servicio en el Hospital San Felipe aseguró que es el de una gran familia “trabajo con dos de los ginecólogos fundadores, personas de mucha experiencia”.


El turno inicia con la visita a las pacientes y la evaluación de la condición actual que determina el avance del proceso de parto que presentan, en caso de una emergencia de inmediato pasan a quirófano “nos enfocamos en que todos los bebés estén bien, hay días más complejos que otros, existen días que amanecemos haciendo una cesárea sin dormir, hay otros que suelen transcurrir con calma”.


Pero, para él, lo más significativo de su labor asistencial es “poder acompañar a las mujeres en un momento tan importante como es el nacimiento de sus hijos, es un verdadero privilegio, compartir esos momentos me han convertido en un mejor ser humano, comprendiendo el milagro de la vida y el amor de una madre, así como el sacrificio que representa traer un hijo al mundo”.


También ha podido palpar una realidad que siendo hombre le ha dejado una huella dolorosa ya que le ha tocado atender a niñas de 10 años como paciente en sala de labor y parto, pues considera que es triste ver llegar a una niña que va ser madre de otro niño.


“Verlas nerviosas sin saber de lo que se trata ser mamá, pero es más triste salir y hablar con sus familias que ven normal el hecho de que un adulto quiera tener a una menor como esposa o pareja, cuando veo estas situaciones me pregunto ¿cómo es esto posible, cómo un hombre adulto puede decir que se enamoró de una niña…. ¿Y cómo nuestra sociedad lo acepta?”.


Mas doloroso se vuelve cuando deben intervenir a esas madres prematuras por un desgarro pélvico generado por el nacimiento del bebé.


Heredero de valores familiares

En el primer inmueble del Hospital San Francisco, en Juticalpa, Olancho, fue donde nació José Miguel, el 16 de julio de 1987, a las 8:00 de la mañana bajo la vigilancia médica del Dr. Alfredo Torres Argueta.


Su llegada al mundo fue de gran felicidad para el hogar conformado por Aida Esperanza Hurtado y su padre Roger Castillo Guadalupe, seres humanos que admira de manera entrañable, pues ambos le enseñaron el amor al trabajo, la responsabilidad, la importancia de compartir, y a entender que la vida no se trata solo de lo material.


Su mamá se desempeñaba como secretaria ejecutiva, “una mujer incansable en el trabajo que me enseñó el amor a Dios… Tengo que decir que siempre fue exigente con mi rendimiento escolar”.


Por su parte, su papá, aunque con títulos de perito mercantil y técnico en aire acondicionado y refrigeración siempre trabajó en la industria de la ferretería “donde hacía mucho trabajo físico, llegaba cansado a casa, pero siempre tenía tiempo para mis fantasías y compartir muchos momentos conmigo desde construirme juguetes o hacerme una máscara de superhéroe, siempre me decía que yo tenía que ser un hombre de bien y que debía aprender a servir”.


“Mi padre es un hombre poco común, de orígenes humildes, perdió a sus padres a temprana edad y le tocó luchar por el mismo desde los 8 años, a pesar de esto siempre ha sido un hombre de bien con un corazón de oro de él aprendí la importancia de compartir”.


En total son tres hermanos, “mi hermana Gretel Gioconda Castillo Hurtado, es mi segunda madre, siempre me apoyó y dio todo lo que tenía por mí, para sacarme adelante y que estudiara, es una mujer fuerte de un carácter difícil, pero con un gran corazón, como hermana mayor siempre fue dura, pero igual manera siempre está para mí”.


Su otro hermano es Cesar Narváez, un hombre al que describe como “muy inteligente y el ejemplo que cualquier hermano querría tener, no tuve la oportunidad de compartir mucho con él, por razones complicadas, pero no podría dejar pasar este espacio sin mencionarlo, un gran hombre y un excelente profesional”.


Desde niño buscó trabajo

El kínder del INFA cursó sus primeros años de vida escolar, centro de enseñanza donde conoció a su mejor amigo de toda la vida Luis Manuel Rivera, luego obtuvo una beca en el Instituto Concepción de María (CECOM) ubicado en Juticalpa, institución educativa en la que destacó por ser un alumno de excelencia académica logrando desde el primer grado ganar el primer lugar en la feria ciencias naturales.


Sin embargo, el sexto grado lo culminó en la escuela Gabriela Mistral de Danlí, El Paraíso, en donde al igual fue un alumno de notas de cien por ciento.


De sus vacaciones escolares recordó que siempre disfrutó de la compañía de sus abuelos maternos Enrique Hurtado y Luisa Amelia Midence, en la finca llamada Barranquía, en donde aprendió los oficios del campo, pues su abuelo se dedicaba a las labores campesinas “un hombre que llegó apenas llegó al tercer grado, pero que siempre nos orientó al estudio y al trabajo. De ahí mi amor por la tierra y los animales, así como a este lindo país que es Honduras”.


Con esa herencia de esfuerzo otorgada por sus abuelos desde que tiene noción de la vida estuvo empeñado en trabajar y a la edad de 10 años logró su primera oportunidad laboral en un supermercado local empacando y ayudando en bodega.


“Agradezco profundamente a esa persona que me dio esa oportunidad, siempre me gustó ganar dinero para ayudar a mi familia, sin descuidar los estudios, ya que siempre tuve presente que ese debía ser mi principal objetivo”, reveló.


Inspiración

Por sus padres y abuelo siente una profunda admiración, además del héroe nacional General Francisco Morazán, no solo por sus ideales políticos o de unir Centro América, sino por la forma en la que trataba a sus seguidores, y su lucha por la educación.


“Imagine cuanto habría mejorado Honduras si cada uno de nuestros presidentes a lo largo de la historia hubiesen luchado por la educación. Definitivamente tendríamos un país aún más maravilloso”, expresó.


En el ámbito de la medicina, dijo que admira la historia del Dr. Ben Carson, un afrodescendiente que logró ser neurocirujano en un mundo donde lo discriminaban ya que “cree que la medicina va más allá de ser una simple carrera, tampoco debe ser objeto de reverencia o prepotencia como muchos colegas la representan, la medicina debe ser un don de servicio”.


De los médicos nacionales admira la labor del Dr. Carlos Ochoa Fletes, Dr. Edwin Cruz, Dr. Mario Waimin, Dr. Salvador Moncada, el Dr. Pablo Chacón, la Dra. Carolina Flores y el Dr. Lazo.


La lectura, música y las dueñas de su corazón

Milagro de Jesús López Hernández es el nombre de la esposa de José Miguel con quien ha conformado su familia y con quien tiene a su primera descendiente, una niña que describe como maravillosa y a quien nombró como Miriam José Castillo López, “ella es la combinación perfecta entre mi esposa y yo. Es muy inteligente, noble y de buen corazón, que ama los animales”.


Su primogénita es a quien le encantaría heredarle una mejor Honduras, además de educación y principios “sobre todo lograr que sea una mujer humilde educada y sobresaliente que siga rompiendo barreras y salga adelante”.


Después del tiempo valioso que siempre trata de ofrecer a sus amores, confió que le gusta disfrutar de la naturaleza, pasar tiempo con su manda de perros que la integran cinco; Zeus, Luke, Terry, Bella y Lana. Son dos de raza belga malinois y tres pastores alemanes.


A estos momentos de deleite se suman como pasatiempo escuchar música en especial Rock alternativo y Rock de los 70 y 80 esto heredado de mi padre, nada como escuchar un poco delas bandas de rock británicas, Pink Floyd, y Queen, así como de la banda estadounidense de hard rock Guns Rose.


También disfruta de una buena película, “sobre todo me gusta ver varias veces una misma película cuando me gusta, ya que disfruto observar y analizar cada detalle”.


La lectura también forma parte de su vida y además de los libros de medicina ha leído desde que era adolescente, época en que “encontré un listado de los 100 libros que un hombre culto debe haber leído en su vida, de esta lista voy como por el libro número 72, Dios me dará vida para finalizarla”.


La novela de carácter psicológico, Crimen y Castigo, escrita por el autor ruso Fiódor Dostoyevski, la Biblia, y la novela considerada como una de las mejores de todos los tiempos, El Conde de Montecristo, que fue escrita por Alexandre Dumas (padre) forman parte de los libros que ha leído.


Así mismo, la obra más famosa del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry, El Principito. También El Quijote de la Mancha, novela del español Miguel de Cervantes Saavedra, y El Viejo y el Mar que fue escrita por Ernest Hemingway en 1951.


Sin dudar, un hondureño que representa un orgullo para el país y para Honduras Trascendental a quien honramos a través de esta entrevista.


Cita


“Siempre recuerdo las palabras de mi padre quien me dijo: yo trabajo para que vos podas estudiar, yo te voy a impulsar, pero sos vos quien decide quien quieres ser”.

748 visualizaciones1 comentario
bottom of page