Niños, jóvenes y ancianos sostienen de manera voluntaria una ancestral tradición, pues se involucran como parte de una herencia de generaciones.
El vestuario puede rondar los 10 mil lempiras en la actualidad, pues solo la máscara de madera puede costar 2,500 lempiras.
Fotos: Cortesía Juan Leiva/Honduras Trascendental
Comayagua. Un fluido baile que surge al son de las aplanadas chapas que cuelgan en el Ayacaste. Un traje multicolor que incluye un turbante adornado con espejos, y papelillo, y la máscara de madera distinguen a Los Diablitos, un personaje ancestral que en el segundo mes del año revive una tradición milenaria en Comayagua.
Ellos, a través del vestuario, sus movimientos, y las jocosas frases y piropos que van expresando en sus recorridos y visitas al interior de las viviendas, promueven el patrimonio intangible de Comayagua y Honduras y con su arte callejero además atraen a los turistas nacionales y extranjeros.
Del pasado al presente
Juan Antonio Leiva, coordinador del Grupo Oficial de Los Diablitos, explicó de manera detallada como surgió este personaje prehispánico y colonial que está ligado a la magia del chaman y la conquista.
De acuerdo con el licenciado en educación, en este personaje hay un sincretismo mágico-religioso, ya que, allá por los años 1600, los chamanes eran parte del pueblo de Comayagua, y los Españoles que promovían la evangelización no encontraron otra manera de minimizar el valor de este personaje que incluirlos entre la festividad en que se representa el Martirio de San Sebastián.
“El Diablito de Comayagua es el único en toda Latinoamérica que al visitar a las familias se le considera como bendición y purificador, por ello es recibido al interior de las casas con alimentos o dinero, que en muchas ocasiones las personas le entregan lo poco que puedan tener”, agregó.
Obra teatral más antigua del país
Los Diablitos, además, de sus recorridos en los barrios y colonias, participan en la obra teatral que al final del mes de febrero, desde hace más de 300 años, se realiza frente a la iglesia Catedral, la cual recibe diversos nombres: El Martirio de San Sebastián, El Baile de Los Diablitos, o Lucha entre Romanos Cristianos y No Cristianos.
En esta representación artística los encantadores danzantes aportan parte de su misticismo, pues a pesar de no participar en ningún diálogo de principio a fin de la obra mantienen su protagonismo.
En la puesta en escena se relata el martirio que sufrió San Sebastián, que era el capitán de la guardia pretoriana romana y se convirtió al catolicismo. A causa de esta situación, el emperador Diocleciano ordena su muerte.
En la presentación aparecen tres grupos de actores: los cristianos, los romanos y Los Diablitos.
Uno de los insignes artistas es Pablo Antonio Romero, quien desde los 15 años participa en esta tradicional actividad, quien ha personificado a los cristianos, moros, emperador y diablito, este último personaje se ha quedado con él.
Vestuario de tradición lenca y artesanal
El traje que portan Los Diablitos en su conjunto es también parte del patrimonio tangible del país, ya que va desde la cabeza, la cual cubren con turbante armado de cartón y forrado con papelillo de colores y pedazos de espejo.
En el rostro, además del gorro pasamontaña, se colocan uno de los elementos más autóctonos del traje que es su máscara, la cual es elaborada de madera con ayuda de artesanos locales. Esta pieza tiene una apariencia de una cabeza de animal o de demonio.
En el cuerpo llevan dos prendas de vestir una camisa en satín o de tela colorida, acompañada de una corbata en tono siempre llamativo, y una pantaloneta bombacha, forrada con retazos de tela lenca.
Las piernas se las cubren con medias de color negro y de tejido grueso, que pierden algo de protagonismo con las calcetas que llegan hasta la pantorrilla, y como zapatos unas sandalias.
En las manos llevan guantes y portan el instrumento de percusión Ayacaste, el cual consiste en una pequeña horquilla de madera en forma de Y, que lleva un colgajo de varios pares de chapas que suenan al sacudirse y chocar entre sí, y sueltan un sonido parecido al sonido que genera la serpiente de cascabel.
“El costo del vestuario puede rondar en 10 mil lempiras, porque solo la máscara tiene un costo de 2,500 lempiras en adelante”, expresó.
Voluntarios
Leiva, reveló que en cada barrio de la ciudad se forma un grupo de Diablitos, de manera voluntaria y salen a las calles para compartir con el público.
“En este momento nosotros tenemos Diablitos de varios barrios y como grupo independiente nos constituimos en el año 2000, y tenemos unos 27 participantes, en edades desde los 7 años hasta adultos mayores de 76 años. Estamos saliendo en las tardes, pero hay otros que desde la mañana están en actividad”, dijo.
Los vecinos y turistas contribuyen con los diablitos con sus pequeñas remuneraciones, con estos fondos se sostienen los participantes, “yo he procurado fomentar en ellos la educación y mantenerse alejados de vicios”.
Por la constancia y la aceptación del público local y de los visitantes, según el entrevistado ahora la presencia de Los Diablitos en la localidad se extiende hasta el mes de abril.
“Y como grupo, el año pasado fuimos a representar a Honduras en un evento en Ecuador, viajamos cinco Diablitos” dijo Leiva.
Así mismo mencionó que aunque el baile es espontáneo tienen tres coreografías que son parte de la tradición de El Diablito. Ahora además, por invitaciones que reciben, llevan sus presentaciones a otras comunidades del país.
Una tradición que sin duda nos remonta al pasado colonial que es esperada por los comayagüenses y que cautiva a quienes les observan por primera vez.
He visitado muchas veces Comayagua y no sabía de la existencia de los Diablitos ..Gracias a Honduras Transcendental por darnos a conocer estás Tradiciones.
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