Docente de generaciones que está por cumplir 88 años. Capitalina de nacimiento, pero residente en el municipio de Talanga desde hace más de cuatro décadas.
Es autodidacta con el pincel y el bordado, pero crea con sus manos obras invaluables que han trascendido fronteras nacionales.
Tegucigalpa. Desde que era una niña se cruzaron en su camino las madejas de varios colores y las agujas. Y es que al mismo tiempo que comenzó a leer aprendió a bordar.
Unas puntadas largas y otras cortas, simplemente para formar pinceladas de una artista original que cose, sobre tela o malla, creaciones invaluables.
Así se logran manteles únicos, fundas decoradas, y toallas con diseños que solo se consiguen de manos prodigiosas. Puntadas meticulosas o marcas del pincel en objetos y utilería religiosa también han formado parte de sus creaciones que conquistan a nacionales y extranjeros.
Además, con su sabiduría forjada en los estudios formó a diversas generaciones estudiantiles a través de su carrera docente, pues la “profe” Aída Salgado ejerció la labor educadora durante 39 años.
En la actualidad, está por cumplir 88 años de vida, y solo se dedica a su labor artística, y a ofrecer amor a los suyos de manera ininterrumpida, siendo madre, abuela y bisabuela.
El arte de la mano del trabajo
A las 6:30 de la mañana la apreciada docente, abandona las sábanas y la cama, pues aseguró que no puede quedarse más tiempo en el dormitorio.
“Al levantarme primero le doy gracias a Dios por un nuevo amanecer, a la par de mi cama tengo una imagen del Señor y una imagen de la Virgen, les pido un día tranquilo, con salud y que nos proporcionen lo que necesitamos en ese día, a mí y toda mi familia”.
A mitad de la mañana, la maestra se prepara para un día más de inspiración, creatividad que transmitirá a través de la simpleza de sus puntadas, pero que con el acabado final resalta la grandeza del arte manual.
Por lo general, comienza su faena artística a las 9:00 de la mañana, justo al lado de la luz de la ventana de la sala, la cual conecta con la calle principal de la ciudad de Talanga, y se levantará de su puesto de trabajo a las 4:00 de la tarde.
En su cercanía mantiene estantes abarrotados con materiales que emplea en sus creaciones que incluye desde tarjetas hasta bordados en ropa.
“Mis trabajos han llegado hasta Estados Unidos, Argentina y Europa, para estos lugares los clientes han enviado manteles, blusas, gorritos de niños, y toallas”, explicó a la vez que dio a conocer que la clave para un buen bordado inicia con la elección de la tela e hilos.
También describió que sus creaciones llevan flores o figuras geométricas acompañadas con cinta, encajes brillantes, marcas con pinturas o tejidos de lana.
Para la temporada navideña prepara adornos con mallas plásticas, fieltro y foamy. “Mi color favorito en primer lugar es el blanco, luego el naranja, azul celeste, rojo con sus variantes, y el negro”.
“Para mí bordar ha significado mucha distracción en especial en los momentos difíciles de la vida y también de manera monetaria”, manifestó la destacada artista que lleva más de cuatro décadas de residir en la ciudad de Talanga, lugar donde vendió su primer conjunto bordado que fue un pedido para un recién nacido.
Sin embargo, considera que su obra más significativa fue dada en ofrenda y “fue un vestido que le regalé a la Virgen de Suyapa”, santa de su devoción y a la cual aseguró confiar todas sus penas.
“La Virgen de Suyapa es uno de los tesoros más grandes que guardo en mi corazón, porque me ha hecho milagros que solo ella podía resolverme, para mí significa mucho, ella significa todo después del Señor”, confió.
Maestra de generaciones
Su lado artístico lo supo combinar con la docencia, pues durante casi 40 años estuvo en las aulas de clase impartiendo el pan del saber.
Las primeras horas clase las impartió en el municipio de Campamento, después en San Francisco de la Paz, ambas localidades ubicadas en el departamento de Olancho, luego pasó a formar parte del grupo de docentes de la ciudad de Talanga.
La Escuela República del Ecuador fue el lugar de trabajo asignado al llegar al territorio talangueño, y después fue nombrada como parte del personal de la Escuela Juan Alberto Melgar Castro donde llegó a alcanzar el puesto de subdirectora.
“En el intermedio de estas dos escuelas, también impartí clases en el Instituto Jesús Soto. Luego después de jubilada trabajé cinco años en la Escuela e Instituto Privado Enmanuel”, expresó.
Y durante sus años como docente siempre inculcó en sus alumnos las labores artísticas, les enseñaba a bordar y pintar “cuando trabajé como maestra hacíamos unas exposiciones grandísimas que teníamos que salir al corredor, porque el aula no ajustaba con los trabajos”.
También impartía talleres a maestros, y jóvenes que solicitaban de sus enseñanzas, pues las manualidades siempre han estado presentes en su vida.
Primogénita
Es capitalina de nacimiento, pues fue en el barrio Guanacaste de la capital donde dio sus primeros respiros convirtiéndose en la primogénita de su madre Julia Salgado que había conformado su hogar con Carlos Bárcenas, su papá.
En su acta de nacimiento consta que su llegada al mundo fue el 14 de octubre de 1934, luego años más tarde la familia creció siendo ocho hermanos en total, de los cuales tres aún disfrutan de la vida terrenal.
La vida infantil de Salgado transcurrió entre los antiguos barrios capitalinos: La Plazuela, La Ronda y La Cabaña donde los juegos tradicionales eran parte del diario vivir, así como el aprendizaje hogareño que dejaba lecciones y herramientas de vida que se complementaban con las lecciones escolares.
Sus recuerdos afloran al narrar como transcurrían los días de niña, en la casa de adobe, con paredes repelladas, amplios corredores y la cocina donde el fogón dominaba las faenas culinarias para alimentar a la familia y preparar las conservas que generaban parte de los ingresos familiares.
Estudió en la Escuela José Trinidad Reyes, que estaba frente al cuartel San Francisco”, a unas cuadras de la plaza central de Tegucigalpa, “entré a primer grado en 1941 y salí en 1945 porque cuando yo estuve en la primaria solo eran cinco años”.
“Antes en las aulas se recibía una educación total, nos enseñaban buenos modales, buenas costumbres, nos enseñaban a comer, y hasta frases de etiqueta para el día de mañana. Una niña de tercer grado podía hasta ejercer un puesto”, dijo.
Da la vida por sus hijos
En su vientre acunó siete vidas, sus mayores tesoros: sus hijos. “Todo en mi vida son mis hijos, los crie con tanto amor, dándoles lo que podía”, aseguró no sin antes mencionar que la pérdida de dos de sus vástagos ha sido lo más duro que le ha tocado enfrentar, “No puedo explicar como me siento, porque para mí fue un golpe muy duro perder a dos hijos”.
Y es que del sustento y formación de sus retoños se encargó sola y siendo madre soltera y se esforzó para que alcanzaran una carrera,” pero no sé qué les pasó que no quisieron ir a los colegios y buscaron carreras técnicas”.
Los herederos de su legado de amor y entrega fueron bautizados como; Iris Ondina, Mario Rolando, Rosario Belinda (QEPD), Jorge Ernesto (QEPD), Julio Enrique, Karla Auxiliadora y Rocky Enmanuel.
La descendencia hoy en día se ha extendido pues se han integrado a la familia 35 nietos, 40 biznietos y tres tataranietos.
Anécdota
En su infancia conoció al expresidente Tiburcio Carías Andino a su esposa doña Elena de Carías e hijas con quienes jugaba en los amplios salones de la antigua Casa Presidencial, ubicada en el centro de la capital.
Su presencia en el hogar del mandatario se debía a que sus tías llegaban a vender dulces artesanales y ella los acompañaba y disfrutaba de los momentos de juego infantil.
“Las hijas del general no eran orgullosas, me invitaban a jugar y subíamos y bajábamos las escaleras, y el general solo nos decía: estense quietas cipotas, cipotas”.
En esos momentos de juego de acuerdo con Salgado surgió una discusión con una de las hijas del expresidente Carías por causa de una muñeca.
“Yo caminaba una muñeca de trapo y las niñas me pidieron que se las dejara y yo no quería y de repente un gato al ver la pelea se nos lanzó y nos desapartó, dejándonos con rasguños”, recordó.
“Luego doña Elena hizo que nos volviéramos a contentar”, aseguró con gran nostalgia ya que la amistad no perduró porque no tuvo más tiempo para compartir con las amigas que siempre le atendieron con amabilidad.
Momentos felices
La reconocida docente, aseguró ser admiradora de las mujeres emprendedoras, que se levantan por esfuerzo propio, que llegan a forjar su patrimonio sin la compañía de un hombre.
Y a nivel familiar disfruta de las celebraciones de sus cumpleaños, ya que es un momento de reunión de sus seres queridos y amistades, aunque siempre piensa en el gasto.
Sus comidas preferidas son las sopas, las verduras, los nacatamales y el picadillo de carne de res y cerdo. Para Honduras Trascendental ha sido un honor plasmar a través de este pequeño escrito parte de la vida de Aída Salgado, nuestra admiración y respeto para cada uno de los docentes que con su trabajo y entrega para con los educandos hacen de Honduras un país como ningún otro. Para todos los docentes ¡Feliz Día del Maestro!
Citas
“No soy enemiga de nadie, y las amistades trato de conservarlas. Se apreciar las personas”.
“El legado más grande que les he heredado es que se mantengan que en la religión católica, que políticamente sean con un solo partido, la honradez, que sepan comportarse, respetar y ser serviciales con la gente, porque hoy es por mí mañana por ti”.
Una admirable docente de esta ciudad.